La Tierra, Diosa y Madre para la mayoría de los pueblos de la antigüedad (y en especial para el pueblo celta) vive ahora en el olvido, la explotación y el desamparo. Nuestros ancestros amaban, respetaban y veneraban a nuestra Madre Tierra, aprendían de ella y su vida giraba en torno a todo lo que podían observar: bosques, animales, cielo, estrellas… Ella les alimentaba, les procuraba cobijo y medicinas por lo que era considerada sagrada y por ello habían de cuidarla y protegerla, tal y como ella hacía con la humanidad. Todo este cariño y cúmulo de enseñanzas, se transmitía de padres a hijos con el respeto sagrado del que era merecedora.
Deberíamos de preguntarnos como perdimos a Nuestra Madre.
Las religiones monoteístas, con un Dios Padre Supremo, creador y dominador, ajeno a la interrelación de las fuerzas universales tiene mucho que ver en el cambio de actitud de la sociedad. Perdimos a nuestra Madre cuando, con sus libros sagrados en la mano izquierda y la espada sanguinaria en la derecha, sus evangelizadores vociferaban que la tierra y sus criaturas eran simples instrumentos puestos a nuestros pies para disfrutar de ellos; que nuestra Madre no era ya madre, sino simple tierra creada por nuestro Padre único, y a sólo él debemos adoración y servidumbre. Así nos quedamos huérfanos, meciendo incrédulos el cadáver de nuestra Madre, asesinada por los vasallos de un Padre intolerante.
Pero no bastaba con su muerte, su propio recuerdo fue prohibido. La Naturaleza con su explosión de vida se equiparó a la lujuria y bosques, mares, fuentes y cavernas perdieron a sus criaturas para pasar a ser habitadas por el ‘mal’. La civilización, las ciudades con sus templos al Dios único, el organigrama social de fieles controlados y serviles se convirtió en el paradigma del reino de Dios, mientras que la naturaleza paso a ser refugio de perversidades y guarida de demonios. Ellos tornaron a la Tierra libre y salvaje en Tierra de oscuridad y peligros. Los antiguos Dioses se transformaron así en iconos del Mal.
Gracias a ellos, también perdimos la memoria de nuestra Madre o lo que es lo mismo, la memoria de nuestros Antepasados. La Tierra, condenada así a la «Damnatio Memoriae», fue olvidada y a cualquiera que la intentara recordar se le tachaba de hereje, pagano, brujo o encarnación del Mal. Esta férrea dictadura del pensamiento nos dejó sin Madre.
El positivismo y racionalismo posterior, solo supo sustituir al autócrata Padre Religioso por un nuevo Padre, omnisciente, frío y egoísta: «El Progreso». El hombre por encima de todo. Nuestra satisfacción y bienestar por encima de cualquier otra consideración. La religión agoniza en los adustos aposentos de la razón, pero desde que un mal día nos proclamaron «Reyes de la Creación», nos hemos dedicado a explotar, eliminar, subordinar y esclavizar a nuestro pueblo: ‘La Naturaleza’. No sólo nos creemos superiores y con autoridad moral para reinar, sino que además hemos sido el peor «Rey» que un pueblo pueda tener.
Desde esta exposición queremos mostrar algunos datos objetivos -obtenidos en Internet- que ponen de manifiesto como ‘el Rey’ trata a sus súbditos.
«Hace unos 10.000 años – es decir, antes del comienzo de la agricultura- los bosques se extendían sobre unos 4200 millones de hectáreas, las dos terceras partes de la superficie terrestre. Hoy , en extensas regiones de Asia, Europa y América del Norte los bosques naturales han desaparecido, y la deforestación amenaza al más extenso de los que quedan, la selva amazónica. Con la expoliación de los bosques desaparecen miles de especies de animales y plantas cada año.
El fuego arrasa con grandes espacios forestales, resultando los suelos erosionados y empobrecidos por la ausencia de vegetación natural protectora del medio. Los incendios constituyen el principal peligro al que se enfrentan los bosques. En el sur de Europa, las llamas han destruido los árboles y la vegetación de entre 300.000 y 500.000 hectáreas de tierra al año y en el año 2003 sólo en Portugal ardieron cerca de 400.000 hectáreas.»
Deberíamos de preguntarnos a quien beneficia toda esta masacre. ¿Son consecuencia de pirómanos o de simples descuidos de irresponsables?. No negaremos aquí la existencia de gente perturbada o de descerebrados vandálicos pero es un tema bien conocido y poco investigado las fortunas amasadas gracias a recalificaciones de terrenos. Constructores de urbanizaciones o de grandes proyectos que arrasan con bosques porque para ellos tan sólo son un estorbo para sus negocios. Resulta interesante conocer que:
«Durante los últimos veinte años más del 40% de los bosques de América Central se han talado para criar las vacas que surten de carne a las multinacionales americanas que han popularizado el consumo de hamburguesas en todo el mundo, en detrimento de la salud y la biodiversidad del planeta.
La quema anual de 13.500 km2 de bosque tropical, para transformar el terreno en áreas de cultivo o pastoreo, lleva a la desertización. Como consecuencia de ello los suelos se empobrecen y las partículas más pequeñas se vuelan por el viento, o bien escurren con las lluvias. El suelo fértil y productivo, que necesita cientos de años para formarse, es también inestable. Para mantener la cohesión y firmeza de sus partículas, requiere de las plantas y especialmente de sus raíces. Y si las plantas son taladas, la erosión debida al agua y al viento deja pronto al descubierto la roca viva que, solo tras el paso de muchísimos años, podrá volver a ser aprovechada por los vegetales. En suma, tanto la agricultura como los caminos, las represas y los asentamientos humanos son necesarios; y en territorios nuevos, no pueden realizarse sin deforestar. Pero la eliminación de especies arbóreas no debe exceder ciertos límites; si no existen planes de reforestación racionales, esa intervención sobre el ecosistema tendrá consecuencias gravísimas para la cadena alimentária y para la vida misma.»
Reforestación racional, esa es la gran cuestión. Los gobiernos legislan y se llenan la boca diciendo que repueblan los bosques que se talan, pero luego vemos casos sangrantes como ocurre con profusión en la Tierra Astur. El viejo bosque atlántico es substituido por enormes zonas boscosas de eucaliptos. Árboles de rápido crecimiento que producen jugosos beneficios a la industria papelera. Con ello, destruimos el viejo y céltico bosque atlántico, de Tejos longevos y Robles impresionantes para convertirlo en una especie de bosque australiano donde solo faltan los koalas entre sus copas.
¿Pero como podemos asombrarnos de la hipocresía de políticos y legisladores cuando observamos continuamente la desvergüenza del eternamente incumplido protocolo de Kyoto? ¿A quien queremos engañar?
El bosque es la matriz de toda vida, como bien sabían los Druidas.
«La presencia del bosque determina un intercambio constante de dióxido de carbono y oxígeno entre los organismos vivos y la atmósfera. Las plantas consumen el dióxido de carbono y liberan oxígeno; cuando mueren, ocurre lo contrario. La desaparición de los bosques, por otra parte, afecta al ciclo del agua, necesario factor de equilibrio del clima y los cambios atmosféricos. La deforestación modifica los procesos de evaporación y el régimen de lluvias, con cambio climáticos inmediatos que repercuten sobre las posibilidades de supervivencia de gran cantidad de especies, en apariencia no afectadas en forma directa.»
Este loco ataque sistemático hacia nuestro hábitat solo nos puede llevar a la ruina. En nuestra furiosa egolatría de especie, creemos poder sustituir a nuestra Tierra con la tecnología y el falso calor de las ciudades, considerándolas nuestro nuevo espacio vital. Creemos, así mismo, que la Tierra esta mortalmente sepultada bajo el asfalto y en nuestra insensatez pensamos que estamos desligados de su cálido abrazo y de su futuro.
Pero Nuestra Madre sigue viva. Su corazón late. Ella es un ser vivo, no materia inanimada. El día que acabemos con ella, habremos sellado irremediablemente nuestro destino. Por suerte, personas como Manuel Jodar, nos recuerdan de manera diáfana las características de este impresionante ser vivo al que llamamos Madre Tierra.
«Nuestra Tierra es un ser vivo, y como cualquier ser vivo posee:
– Un Sistema Circulatorio: Los ríos, que limpian, alimentan y dan vida gracias a su sangre, EL AGUA, fluido vital.
– Un Corazón ardiente: como es el centro de la Tierra, según se demuestra con los volcanes, géiseres, terremotos, etc.
– Un Riñón: el manto de la TIERRA, que filtra las impurezas.
– Un Sistema Respiratorio: donde LOS BOSQUES son el pulmón y la atmósfera su Tórax.
– Unos Sentidos: donde LOS ANIMALES Y PLANTAS le permiten oír, ver, tocar, oler y gustar.
– Un Aparato Digestivo: los MARES Y OCÉANOS, que transforman, digieren y distribuyen la mayor parte del alimento que circula por el planeta.
– Sentimientos y Estados de Ánimo: tempestades cuando está de mal humor, buen tiempo cuando se siente alegre, explota de vida en primavera , se entristece en otoño, etc.
– Enfermedades: CONTAMINACIÓN, deforestación, efecto invernadero, lluvia ácida….
– Dos frigoríficos incorporados: El Polo Norte y el Polo Sur, correspondiendo a las partes frías del ser humano (pérdida de calor) los pies y la cabeza.
– Una gran Inteligencia y Alma a la vez: ¿Cuál puede ser el nombre de esa inteligencia suprema, de esa alma madre?… la respuesta es evidente: La NATURALEZA.»
En base a este concepto, podríamos afirmar que nuestra Tierra esta gravemente enferma. El sistema circulatorio está sucio, el sistema respiratorio va fallando poco a poco puesto que sus pulmones disminuyen día a día, el aparato digestivo más contaminado y su estado de ánimo empeora como demuestran las continuas tempestades cada vez más virulentas que se producen.
En nuestros días la especulación ha ido borrando poco a poco estas sabias enseñanzas hasta llegar a un punto de expoliación insostenible para nuestra Tierra que siempre nos alimentó. Hemos cambiado las suaves y generosas lluvias de otoño, el aire puro que regeneraba nuestras vidas y ciudades, la sabiduría de la gran fauna que habita, por los humos de las fábricas industrializadas y la contaminación de unos vehículos que nos ofrecen comodidad a cambio de relegar nuestro contacto con la naturaleza. La comodidad de unos buenos muebles a cambio de la tala de ‘unos cuantos árboles’. La desaparición de numerosas especies de animales a cambio de redes eléctricas enormes que destrozan parajes únicos y sobretodo la gran especulación inmobiliaria que ha acabado con costas y bosques, destruyendo de esta manera un ecosistema natural que funcionaba perfectamente según las leyes de la naturaleza y que poco a poco se ha ido degenerando a causa de la mano del hombre.
Hemos cambiado en definitiva a nuestra Madre Tierra por el ‘racional’ Planeta Tierra.
Todo esto ha ido mermando la capacidad del hombre de recordar sus orígenes y cuanto debe a nuestra Madre Tierra, siendo este concepto casi inexistente en la mentalidad humana y en nuestras nuevas generaciones. Tan sólo hace falta observar como nos comportamos cuando vamos al bosque, esparciendo innumerables residuos sin pensar en las consecuencias de ese acto, destrozando vandálicamente parajes y entornos maravillosos, haciendo de la caza un deporte de competición para medir las fuerzas del hombre ante los animales de una manera cobarde y desigual, provocando con ello la extinción de especies y la huida de otras muchas de sus habitats originales; todo ello simplemente por el hecho de sentirnos superiores y por el placer de matar.
Sí, los animales también son parte de nuestra Madre, al igual que nosotros, aunque a diferencia de ellos, nosotros lo hemos olvidado. En nuestra sinrazón también esclavizamos y asesinamos a nuestros hermanos.
«En el mundo actual la extinción de especies animales no está tan directamente relacionada con la escasez de alimentos o la contaminación, como con acciones violentas directas (la caza no reglamentada y el comercio ilegal de especies salvajes) o indirectas (la introducción de especies exóticas en determinados ambientes, que compiten por uno o más recursos con individuos nativos o ya adaptados al lugar). Hasta el momento, los controles ideados para proteger a los animales resultan insuficientes a la hora de detener el creciente deterioro de la vida silvestre.
Hay industrias montadas sobre la caza indiscriminada de especies valiosas y la captura de ejemplares vivos para su comercialización de forma clandestina. Nutrias, osos, castores, focas, leopardos, visones, martas, astracanes, armiños, zorros y chinchillas van a parar a manos de peleteros de todo el mundo que comercializan unos 15.000.000 de pieles al año. Mientras tanto, unos 10.000.000 de pieles de reptiles entran en el circuito de la marroquinería. Peces, ardillas, monos, loros, armadillos, serpientes, camaleones y aves coloridas son capturadas sólo para ser vendidos a personas que gustan de mascotas exóticas, a pesar de que la mayoría de ellos muere durante el transporte o en las viviendas de sus compradores.
Estadísticas recientes dan cuenta que unos 5.000.000 de aves y 500.000.000 de peces ornamentales llegan a manos de coleccionistas y aficionados. Se calcula que en el reino animal hay unas 700 especies al borde de la desaparición y 2.300 seriamente amenazadas. Unos 50 millones de primates al año son utilizados en investigaciones de laboratorio o capturados para su venta. Solo en los Estados Unidos ingresan anualmente 30 millones de animales en calidad de mercancía. El tráfico ilegal de animales mueve más de 4.000 millones de dólares por año, cantidad sólo superada por el contrabando de armas y el narcotráfico».
Nos encontramos ante una sangría interminable. Basta con recordar las masacres de focas para obtener pieles, o de delfines en Japón, de ballenas, de rinocerontes y elefantes. ¿Hace falta continuar?.
Ante esta situación, los Dioses callan y lloran por la falta de memoria de los hombres. Ellos se han retirado a las últimas espesuras y en las ocultas profundidades, aguardando su tiempo -como el viejo Druida Merlín- en el que volverán a nosotros para tomar su lugar en la Tierra…… cuando el hombre cambie.
Lluís Bleiz
Faigo y Porta Espadas de la Orden Druida Fintan